lunes, 23 de abril de 2018

EL MENSAJE


EL MENSAJE

Era algo que lo hacía a diario. Descolgaba el teléfono, y se quedaba por unos momentos con el auricular pegada a su oreja. Un buen observador se daría cuenta que su rostro cambiaba por completo. Pero sus labios permanecían completamente mudos. Quedaba claro que no había diálogo.

Tras unos momentos, cortaba la comunicación, y se quedaba expectante, sólo una suave sonrisa quería aparecer en su rostro, pero no llegaba a hacerse realidad. Era sólo una mueca que se quedó por el camino en busca de la sonrisa.

Dejaba el teléfono bien colgado y se iba a hacer sus tareas, sin haber pronunciado ni una palabra, pero en su rostro había quedado una expresión que antes no estaba.

Un día no se dio cuenta que estaba observada por un familiar. Hizo las mismas acciones de siempre. Descolgar, escuchar, y sin mediar ni una palabra, volverlo a dejar todo como estaba.

La persona que observaba, no le dijo nada, cuando estuvo fuera del alcance de su vista, se limitó a hacer lo mismo que había hecho ella, hacía escasos instantes.

Nada más descolgar el teléfono, una voz desconocida, le dijo que no se retirara porque tenía un mensaje. Tardó poco en reconocer aquella voz. No era una voz cavernosa que viniera de ultratumba, pero la realidad era que provenía de allí. Pudo escuchar:

“No estás en casa, te dejo el mensaje, no tardaré ni media hora en llegar. Hasta pronto”

Colgó el teléfono, y pensó en preguntarle a su mujer, por qué guardaba aquella corta conversación. La respuesta le dejó perplejo.

“Es la única manera que tengo de comunicarme con esta persona. Sabes muy bien que nunca llegó a casa”

Viendo la cara del marido enseguida reaccionó

“Ni se te ocurra borrar este mensaje”

Ella vivía con la ilusión que seguía esperando aquel encuentro. Todos los días escuchaba las últimas palabras de aquel ser querido, que mientras se dirigía a su casa, tuvo la fatalidad de cruzarse por el camino con un automóvil descontrolado, que acabó con su vida.

Tenía muchos recuerdos, pero además guardaba como una reliquia su voz.

Todos los días escuchaba aquel mensaje, de esta manera le parecía que era una realidad, y que de un momento a otro, aparecería por su puerta.
Confiaba que la compañía telefónica, no se le ocurriera hacer cambios, y borrara aquel mensaje, era el único vínculo material que le quedaba.

Los otros, los recuerdos, esos nadie lograría arrebatárselos.

Y vivía con la ilusión de poder escuchar aquella voz querida siempre que quisiera.



Abril 2018
























jueves, 12 de abril de 2018


ESPEJISMO
DUDAS Y PREGUNTAS SIN RESPUESTAS

Al entrar en el baño y situarse delante del espejo, sabía que tenía muchas preguntas que hacerse a sí misma. Todo era debido a la lectura de turno. El libro estaba en condiciones muy precarias, por haber sido usado en muchas ocasiones, pero le ocurría como sucede con el buen vino, con el paso de los años parecía adquiría más solera.

El tema siempre le había apasionado, de ahí que lo hubiera leído más de una vez.

Se dice que el semblante es el espejo del alma.

Y con esta idea se dispuso a mirar fijamente la imagen que tenía ante ella. Pero esta vez no buscaba sus rasgos físicos, iba mucho más allá, quería reencontrarse con su alma.

Se analizó a conciencia durante un buen rato. Nada le indicaba que tras aquella imagen física existiera nada más. Y en cambio ella sabía que no era cierto. Comprendía que aquella mirada no tenía el don de transportarla a lo más recóndito de su mente.

Nada parecía haber cambiado, y en cambio ella comprendía que todo lo que estaba leyendo respecto al alma, podía ser muy cierto.

¿Pero por qué no era visible?

Sólo la podía intuir cuando se relacionaba con su conciencia, con esa parte nuestra que tampoco es visible. Se preguntaba si era posible que ambas cosas tuvieran una conexión.

Llegó a la conclusión que debía de ser así. Pero no estaba demasiado segura, ya que la conciencia sólo estaba presente mientras el cuerpo tenía vida. Pero según todo lo leído, el alma continuaba por otro camino.

No estaba preparada para llegar a un buen final, se daba cuenta que sus conocimientos no eran tan profundos como para dilucidar una cuestión tan profunda.

La imagen del espejo no denotaba nada en particular.

Aún quiso hacer una prueba, algo muy pueril, pero necesitaba constatarlo. Apagó la luz, y la estancia quedó en completa oscuridad. Necesitaba comprobar de una vez por todas, que existía el aura, que muchos aseguraban acompañaba siempre al alma.

No sucedió nada de lo que esperaba.

Decepcionada volvió a encender la luz. Aquella imagen que tenía ante sí, no demostraba ningún sentimiento de los ella sentía dentro de si misma. Esto la hizo retroceder un poco, para mirarse desde más lejos, pensando que quizás si cambiaba la perspectiva, conseguiría ver un asomo, de aquello que siempre la había preocupado.

Y volvió a surgir la pregunta que se hacía siempre. Dónde va a parar esa alma que dicen es inmortal, cuando el cuerpo ya no es nada. ¿Sería cierto que existían otras vidas? ¿Ella había estado con anterioridad en otro cuerpo?

El espejo permaneció inmutable ante tantas preguntas hechas en silencio.

Disgustada por no saber hallar una respuesta convincente, apagó la luz, y salió al exterior.

Todo continuaba igual que antes de entrar. Las dudas seguían siendo las mismas.

A veces sólo en los sueños nocturnos podía imaginar que todas aquellas preguntas tenían una respuesta. Pero de momento todo eran divagaciones.



Abril 2018