CIENCIA
FICCION
EL
OVNI
La
discusión había sido monumental. En realidad, nunca antes de ahora les había
sucedido nada parecido, las palabras hirientes cargadas de enojos múltiples
salieron de sus bocas. Y ella tomó la decisión que jamás antes la había puesto
en marcha, aunque la hubiera pensado alguna vez.
Irse
bien lejos.
Salió
de casa dando un portazo que retumbó más en sus oídos que en el edificio. Por
fin se alejó del lugar, con paso decidido como si huyera de algo, se alejó de
su casa. Circulaba por una callejuela estrecha, con edificios no demasiado
altos. Quería irse a un lugar remoto, perder de vista todo aquello que durante
un tiempo la había lastimado. Llevaba entre sus brazos una estatua que siempre
le había dado confianza en sí misma, para ella era como un amuleto, la tenía fuertemente abrazada, como si
temiera perderla.
Al
final de la calle, se veían unas luces parpadeantes, de brillantes colores que
salían de un aparato metálico, difundiendo a intervalos el variado colorido,
desde el amarillo más puro, al blanco cegador, pasando por azules y violetas.
Se sintió atraída por la novedad de todo aquello. Pensó que tenía ante sí, un
OVNI, algo realmente inusual. Por unos momentos se quedó perpleja sin saber qué
hacer, pero siguió andando como si fuera atraída incluso contra su voluntad,
hasta aquel aparato luminoso. Vio cómo se abría una puerta y por una
escalerilla descendía un ente, que no sabía cómo calificar, era medio humano
medio robot, lo que, si pudo notar, que, sin necesidad de palabras, se
entendían telepáticamente, aquel ser le infundía seguridad, hizo ademán para
que fuera valiente y subiera por la escalerilla. Cuando lo hizo, comprobó que
estaba en una sala, no demasiado grande, con multitud de monitores, que
parpadeaban sin cesar, emitiendo sonidos extraños. En contra de lo que ella
misma esperaba, no tenía miedo, aquel ser parecía destilar bondad, sin
palabras, supo que era un aliado, que había llegado hasta ella, con la
intención de llevarla muy lejos, donde olvidaría para siempre aquellas palabras
molestas que tanto daño le hicieron. No hizo intención de alargar su mano, pero
tuvo la sensación de sentir el contacto y avanzó hasta el centro de la nave.
Allí dejó la estatua, esa que durante horas había mantenido cerca de su
corazón. Estaba dispuesta a irse lejos de aquel lugar, sabiendo además que
donde fuera encontraría esa paz tan deseada. Vio cómo se cerraba la puerta y
oyó el ruido de la escalerilla que replegándose sobre sí misma, se escondía en
la parte más alta.
Supo
que el OVNI se había puesto en marcha, y surcaba veloz la atmósfera de la
tierra, y pensó que, si miraba por una de aquellas ventanas, vería el lugar del
que había huido tras la discusión. Y la invadió una serenidad que hacía mucho
tiempo había olvidado. Respiró hondo, miró a aquel extraterrestre, que seguía
infundiéndole confianza, solo con el pensamiento. Por fin se sintió libre y
feliz.
El
corazón le latía desbocado, aún creía sentir los pitidos de los monitores, y
aún veía las luces multicolores que circundaban la nave. Trató de calmar sus nervios.
Recordó la discusión y su huida, comprobando con cierta pena, que todo había
sido un sueño. Pero ella supo, que de alguna manera había abandonado la tierra,
y entes humanoides, la ayudaron a encontrar la paz. Estaba segura, que no había
sido un sueño, todo era demasiado real. Había estado en un OVNI, y se había
comunicado telepáticamente con un ser de otro mundo. Eso no lo ponía en duda.
Tuvo
la certeza más completa, cuando buscó por toda la casa, la estatua, y comprobó
que había desaparecido.
Teresa
Vidal.
Junio
2019