ILUSIONES
Espejismo
Se
miraba en el espejo mientras recordaba lo sucedido hacía escasas horas. El día
había empezado pensando que por lo menos durante la mañana sería diferente. Ir
de compras con su amiga era un aliciente.
Una
vez hecha la compra, una tontería para su pareja. Dos camisas para completar el
vestuario. El regalo era lo de menos, lo interesante era comprobar que aún
mantenían la ilusión para este tipo de celebraciones. Dejó la bolsa en la silla vacía que estaba a
su lado, mientras charlaba con su amiga de las cosas más cotidianas. Los hijos
por supuesto ocupaban el mayor espacio.
Tras
mirar el reloj, decidieron que ya era hora de volver a la rutina de la casa. La
bolsa con las dos camisas las llevaba en una mano, mientras que en la otra
tenía cogido el bolso. Sí… ese bolso donde caben las cosas más imprevisibles.
Le
costó encontrar las llaves del coche. Por fin liberó una mano, y tras abrir la
puerta ella y su amiga se metieron dentro, dirigiéndose su casa.
Por el
camino aún seguían hablando de las cosas más banales.
No
obstante les llamó la atención, que un coche detenido ante el semáforo les
hiciera señales. Sus caras eran muy sonrientes por lo que las dos se sintieron
henchidas de orgullo, por el motivo que aún despertaran en los hombres una
admiración. Ya eran madres y este acto tan sencillo hizo que se sintieran más
animadas que de costumbre. Máximo cuando otro coche que las adelantó, también
hizo unas señas amigables.
Ahora
ante el espejo, recordaba que en aquellos momentos, las dos se sintieron muy
halagadas.
Ahora se miraba en el espejo y no sabía si reír o
llorar.
En
primer lugar aquellos hombres que les hicieron señales, no eran porque fueran
dos mujeres bonitas. Simplemente les estaban indicando que encima del coche
llevaban un paquete, que irremediablemente lo perderían si no paraban para
ponerlo dentro del vehículo.
Ellas dos
convencidas de estar aún de muy buen ver, siguieron el camino, y hasta llegar a
destino, no se percataron de lo sucedido. A saber en qué momento se había
perdido el regalo.
Se
quedó con la mirada fija en el espejo y se consoló al ver la imagen de una mujer
joven, bien arreglada que seguía llamando la atención a pesar de tener hijos en
edades escolares.
Durante
unos momentos aquello fue como una inyección de energía.
Se
había perdido el regalo, eso era muy cierto, pero…casi diría que mereció la
pena si lo contrastaba con la alegría del momento en el que ellas se creían objeto de atención masculina.
Camisas
había muchas en los estantes de los almacenes. Momentos como los vividos en el
coche, quien sabe cuándo los volverían a tener.
Sonrió
a la imagen, y salió del habitáculo, con
la intención de no mencionarlo a nadie. Mañana volvería a comprar el regalo. Y
esta vez ya se aseguraría de no soltar el paquete bajo ningún concepto.
Setiembre
2017
Pues esto me recuerda que el otro día decidí hacer la gran limpieza de papeles y tirar los apuntes de la carrera, que ya no sirven más que para ocupar sitio. Tanto me animé tirando carpetas, que fue también al contenedor una con documentos para una gestión importante, certificado médico incluido. La minucia ha traído como consecuencia que no pueda reclamar un dinero y que perdiera 180€. Como verás no todo es ficción. Eso sí, el altillo ha quedado como una patena.
ResponderEliminarMuy bueno y real el relato.
Besos
Desde luego queda demostrado que no se puede ser demasiado limpia y ordenada. Lo contado por mi, le sucedió a una amiga, y me lo contaba muerta de risa. Besitos y gracias por leer y comentar.
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