domingo, 26 de noviembre de 2017

RETRATO


RETRATO

Espejismo

Se mira al espejo, y lo que tiene ante sí, no le gusta. Sabe que es su propia imagen, pero… se pregunta a dónde  han ido a parar aquellos rasgos suaves sumamente femeninos, pero sobre todo  llenos de esperanzas.

Los años se han cuidado de borrarlos.

Le duele, pero comprende que nada puede hacer, se dice que es lo normal, que el paso del tiempo todo lo puede. Ese tiempo transcurrido se ha  encargado de borrar algunos de los recuerdos más bellos. Y esta actitud ha conseguido muy a pesar suyo, perder el brillo de la mirada de antaño.

La sonrisa se ha truncado en una línea rectilínea de sus labios.

Incluso sin querer mantiene las mandíbulas apretadas, como si con este gesto pudiera ahuyentar aquello que más le duele.

Nada de lo que hace le sirve para devolver al espejo aquella imagen antigua. La nostalgia se apodera de ella, y sus ojos corroboran todo lo que está pasando por su cabeza. Por más que lo intenta no logra alcanzar aquello que desea.

Su frustración queda patente en cada uno de sus pensamientos, que por ende se reflejan en el espejo. Finalmente se encoge de hombros. Ante lo inevitable no puede hacer nada más.

Finge una alegría que sabe es ficticia.

Dibuja en su rostro una sonrisa que está muy lejos de sentir como autentica.

Finalmente, se dedica a rebuscar en su neceser todo lo necesario para poder aparentar ante todo el mundo, que es maravilloso vivir.

Retoca sus ojos, sus labios, sus pómulos.

Se vuelve a mirar al espejo y esta vez sí que consigue ver en aquella imagen, lo que quiere que los demás vean.  De acuerdo que no es auténtico, pero nadie excepto ella lo sabe.

Y con esta vana ilusión se va a la calle, para demostrar al mundo que no está vencida. Que sí, que la  vida merece la pena vivirla, aunque sea solamente para su propio regocijo.

 

Agosto 2017

lunes, 13 de noviembre de 2017

EL SILENCIO


EL SILENCIO

Cuando se han vivido muchos años en la misma casa, compartiendo el espacio, y sobe todo el ambiente dinámico que conlleva una familia numerosa, con diferentes preferencias musicales, cuando a través de una puerta cerrada, se oye determinada música, y dos puertas más lejos otra melodía suena al unísono, donde se entremezclan las voces, las risas o los llantos, cuando estas cosas suceden a diario, encontrar un momento de silencio es casi un milagro.

Y ese milagro es el que cuando ocurre te hace pensar en mucha cosas.

Es difícil concentrarse en la cosa más insignificante, porque tus oídos  están colapsados por diversos ruidos a diferentes decibelios.

Bienvenido ese silencio, fruto de la ausencia momentánea de los inquilinos de la casa. Cuando sale el último por la puerta llevándose consigo el suspiro de la última canción de moda, es cuando se puede valorar por completo, esa quietud, ese reposo. El silencio de repente se convierte en nuestro aliado para conseguir una paz y una serenidad muy necesaria.

Conseguido este estado anímico, nos parece que la vida tiene otro sentido.

Obtener esos momentos nos hace meditar sobre esas cosas que normalmente no tenemos posibilidad de hacer debido a la incesante  cantinela de murmullos que parecen nacer tras las puertas cerradas de mi hogar.

El silencio se me antoja algo denso, algo que incluso puedo acariciar con mis manos, mientras dejo en blanco mi mente.

Solo  estamos el silencio y yo.

Me recreo en este momento.

Creo que mis oídos van a estallar, por la solidez muda que me envuelve.

Lo disfruto a sabiendas que no durará demasiado. He de aprovechar este momento único.

El silencio y yo a solas.

Septiembre 2017