domingo, 24 de diciembre de 2017

FELICES FIESTAS


FELICES FIESTAS

Sí, otra vez contemplándome ante este espejo amigo.

Nos hemos visto tantas veces que ya no dudo en llamarle amigo. Es de esas amistades que calan hondo, porque no hay engaños posibles. Aquí suelo desnudar mi alma, cosa que no hago frente a las personas que me rodean.

Suelo ser introvertida.

Mis pensamientos ahora vuelan libres de trabas, se alejan de lo cotidiano, para posarse enérgicamente en la pulida imagen.

No me detengo a analizarme.

Me da igual lo que piense esa cara que tengo delante.

Si he venido aquí, ha sido tan sólo porque necesitaba  encontrar un poco de paz.

Antes no tenía que ir en su busca, venía hacia mí, como rio que fluye al mar. Ahora no. He de ir en su busca.

Profundizo en la mirada que ni por  asomo ha bajado los párpados, ha seguido desafiante queriendo saber qué se esconde en realidad tras los ojos.

Llego a la conclusión que nunca he dejado de ser quien soy. Pero me abstengo de mostrarlo a los que me rodean, porque imagino que no van a entender mis pensamientos.

Por eso vengo hasta aquí, y en esa soledad compartida con mi propia imagen, me autosugestiono que es eso lo que necesito.

La felicidad se mide de muchas maneras.

Y me digo a mi misma que aún no he encontrado el camino para retenerla. La consigo y sin embargo tengo la sensación que se me escapa de las manos. Como si intentara llenar mis manos de agua, y la perdiera entre los dedos.

Estas alegres fiestas deberían ser motivo más que suficiente para darle este nombre honorifico.

Como un ramalazo vienen a la memoria mis años infantiles, cuando se cantaban villancicos y las risas eran la música de fondo. Inocencia. Candor. Deseos de ser buenos, de dar lo mejor de nosotros mismos. Estas eran las reglas   que imperaban entonces.

Todo ha cambiado mucho. Unas cosas han mejorado ostensiblemente, otras se han quedado rezagadas.

Estas fiestas entrañables se siguen celebrando. Las reuniones familiares no se han quedado en el olvido. Pero como una ráfaga de viento helado, nos llegan esas ausencias que nos hacen daño.

Frente al espejo pienso mientras me digo a mi misma: Que no están lejos.

Siguen en nuestros corazones.

Y con  esa conformidad salgo de ese confesionario en que se ha convertido, esa pieza de mi casa donde el espejo y yo somos protagonistas.

Navidad 2017

sábado, 16 de diciembre de 2017

MISION CUMPLIDA


MISION CUMPLIDA

 

Dicen que cuando una cosa se desea con vehemencia, llega a cumplirse, y puedo dar fe de que es así.

Yo desde que vi la película supe que quería formar parte de los personajes. En su día fue un pensamiento  de adolescente, que nunca me abandonó. Los admiraba todos. No me importaba meterme en la piel de cada uno de ellos.

Queda demostrado que a veces ocurren esta especie de milagros.

Cómo si no podía yo estar  dentro de ellos, participar de manera activa de sus diálogos, incluso de sus pensamientos.

Estaba rodeada de gente bien vestida unas veces. Otras me paseaba por una extensa plantación, y a mi alrededor todos incluso yo misma trabajaba en las labores del campo. Acababa de vivir una guerra fratricida, muchos de los amigos no habían vuelto a sus casas.

Sentía dentro de mí la gran tristeza de sus pérdidas.

Los fragores de los cañones retumbaban muy cerca.

Todo, todo formaba parte de mi persona en distintos momentos.

Era la heroína del film.

Me recreaba en todos los decorados. No me parecían falsos, al contrario para mí formaban parte de mi ser. Vivía todos los momentos que se iban desarrollando las escenas, y las vivía con la máxima intensidad.

Lloraba y reía con ellos.

Me estremecía al son de sus palabras.

Vivía el dolor de una muerte muy cercana.

Yo me había convertido en ese personaje múltiple.

Llegó ese momento en que todo termina.

Oí sus palabras de desdén. Su adiós definitivo.

Fui por unos instantes aquella mujer abandonada, que lloraba en las escaleras de su mansión.

Y aquí, más que nunca  yo formé parte de aquel personaje.

Abrí la puerta de la casa mientras le llamaba. No quería que se fuera de mi vida. Sabía que no iba a soportarlo, por lo que corrí desesperadamente tras él. Mi voz sonaba fuerte, pero parecía no llegar a su destino. Estaba envuelta en una niebla espesa que no me permitía ver nada a mi alrededor, nada excepto aquella figura humana que se alejaba.

Y sabía que no podía permitir que se distanciara más.

Le alcancé y en su rostro vi  un gran enojo y una desmesurada tristeza.

Yo también la sentía muy dentro de mí. Tomé su mano entre las mías, y le supliqué que se quedara a mi lado. Le dije que juntos podríamos rehacer lo que habíamos perdido.

Sentí en mi piel, el contacto de la suya.

Lo vi en sus ojos había conseguido cambiar aquel final que no me gustaba. Respiré hondo.

Me revolví inquieta entre las sábanas. Todo había sido un sueño. Lo había dicho desde la primera vez que vi la película, aquel final no me gustaba. Yo quería formar parte de aquellos personajes y lo había conseguido a través de un sueño.

En aquellos momentos me sentía feliz. Lo había conseguido. Había formado parte activa en el desarrollo del argumento, y me consideraba recompensada.

De acuerdo que sólo en sueños, pero pensé “Misión cumplida”

 
Diciembre 2017

sábado, 9 de diciembre de 2017

EL REGALO (Espejismo)


EL REGALO

Nada más entrar en  su casa fue directo  a su dormitorio  y cerró la puerta, poniendo apoyada una silla, de manera que desde fuera nadie pudiera entrar. Necesitaba estar a solas consigo mismo, no era la primera vez que estando allí sus familiares le atosigaban, todos querían saber de sus andanzas, y él tenía muy claro, que no quería hacer partícipes  a nadie de sus decisiones. Las importantes tenían que quedar escondidas a los demás.

La de hoy era de mucha importancia, y presumía que los demás le instigarían para que revocara la decisión tomada.

Y no quería eso.

Todo sucedió porque fue testigo presencial de un accidente de tráfico. Vio cómo llegaba la ambulancia y se llevaban un cuerpo que parecía sin vida.

Se miró en el espejo del armario, para ello tuvo que abrir la puerta de aquel mueble y de esta manera contemplar aquel cuerpo que reconocía como el suyo. Se fijó en aquella mirada penetrante, que le estaba analizando, quería descubrir la alegría tan inmensa que le embargaba.

Se sentía como si su cuerpo fuera inmortal. Acababa de donar todos sus órganos cuando él falleciera. Se preguntaba si había sido un acto heroico, o simplemente de egoísmo, porque podría vivir en otros cuerpos, viviría más de una vida, cada órgano estaría dentro de otro cuerpo. Todo serían nuevas experiencias.  Tendría más vidas, aunque era consciente que cuando llegara este momento, no podría recordar nada de lo anterior. ¿O sí?

Miró la imagen y le preguntó sin palabras, si cuando su corazón, latiera en otro lugar, él lo recordaría y podría saborear de nuevo otras situaciones.  O sus ojos podrían descubrir otros lugares a los que actualmente no le daba importancia.

Se hizo el firme propósito de tratar de recordarlo cuando llegara el momento oportuno. Quizás si ejercitaba su mente,  llegaría a poder recordar cosas pasadas.

La imagen permanecía inmutable. Si lo sabía se lo callaba. Era un monólogo silencioso.

Pero en estos momentos a él, no le importaba demasiado, recordaba con satisfacción las frases que le dijeron al firmar la cláusula donde mostraba su última voluntad. Casi lo trataron como a un héroe, y con una sonrisa asintió, pero muy dentro de sí mismo, sabía que en el fondo no era heroicidad, tampoco un acto altruista, simplemente se desprendía de aquello que no podría usar.  Estaba convencido de que a las personas que les llegaran sus órganos, les salvaría la vida, y eso sí que le hizo sentir un orgullo que nunca antes de ahora lo había ni tan sólo imaginado.

Se miró por última vez en el espejo, nada había cambiado exteriormente, pero él tenía que reconocer, que ser donante le había llenado de una paz  de difícil explicación.

Con esta idea, cerró la puerta del armario.

Pensó que de momento nadie estaría al corriente de su donación, era consciente que a su familia la tenía que ir preparando poco a poco. Aún  tenían muy arraigadas algunas supersticiones. Necesitaban tiempo para hacerse a la idea. Al fin y al cabo no tenía intención de morirse de inmediato.

Mientras cerraba la puerta le invadió una pregunta.  ¿Cuánto tiempo le quedaba?

No le importaba demasiado, estaba convencido que podría vivir más de una vida en cuerpos diferentes.

 

Junio 2017