sábado, 16 de septiembre de 2017

LA APUESTA


LA APUESTA

Espejismos

 Ante el espejo que la miraba fijamente veía  a aquella persona de aspecto muy  joven, de semblante risueño, y con una amplia sonrisa, pero era ficticio, una fantasía. Había retrocedido en el tiempo. Actualmente ya no era una jovencita. Aquel recuerdo  había quedado muy nítido en su mente, y asomaba muy a menudo a su memoria, como en este instante que estaba contemplándose ante el espejo.

Lo recordaba muy bien todo lo sucedido,  se trataba de una apuesta muy fuera de lo común. Las dos amigas inseparables que querían saber quién de ellas aguantarían mejor la bebida.

Una botella de cava fresca, por cabeza, y para que no fuera sólo una bebida dejaron a su alcance unas almendras para poner en su cuerpo algo más que el líquido espumeante.

Escuchaban un programa de radio que a las dos les gustaba. Y sin saber el motivo, ambas empezaron a reír sonoramente. Quizás fuera debido a los comentarios de los locutores de la emisora. La cuestión fue que las risas se convirtieron en compulsivas, y sin poder remediarlo, llenaron todo el ámbito. No les importaba llamar la atención. Se sentían muy felices, y eso era lo único que les incumbía.

Paró en sus recuerdos, y se quedó absorta ante su propia imagen. La actual. Ahora sin sonrisas.

En aquel tiempo  era normal reír por la cosa más absurda siendo muy usual por sus pocos años. La vida era dulce, amable. Sentirse querida por cuantos la conocían, era para ella la cosa más normal. Siempre había sido de esta manera.

Pero ciertamente que hubo un antes y un después de aquella apuesta tan inusual.

Despertarse a media noche y comprobar que las últimas horas se habían borrado de su mente, le hizo pensar profundamente en el peligro del alcohol.

Lo último que recordaba, era su propia risa y la de su amiga.

La apuesta había quedado en empate.

No hubo ni ganador ni perdedor, solo el residuo de una pesadez constante sobre todo en sus piernas y la mente en blanco,  pues se habían borrado por completo las últimas horas.

Pero algo muy interno la estaba incitando a volver a repetirlo, sin necesidad de que fuera una apuesta. Había quedado grabado en su mente aquel estado semiinconsciente, que le produjo el alcohol. El hormigueo, la sensación de poder volar muy lejos, se quedó en su conciencia, produciéndole una felicidad inmensa. Esa sensación de euforia, ese poder distanciarse de lo que la rodeaba, indudablemente se quedó grabada en su cabeza, como algo imperceptible, pero que estaba allí. Necesitaba llenar aquel vacío, y el alcohol cumplía ampliamente el deseo,

Ante el espejo recordó que entonces no dominaba  ni su cuerpo ni mucho menos sus pensamientos, y eso precisamente lo hacía más atractivo.

Vio claramente que eran un verdadero peligro. Y los peligros suelen atraer como un imán.

Dejó atrás los recuerdos y así borró por completo la imagen de aquella adolescente.  Ahora la que tenía ante sí, era la de una mujer madura cuyos ojos parecían buscar desesperadamente, aquello que necesitaba con urgencia. Aquel rincón era su escondite perfecto, allí entre los utensilios del neceser ocultaba a los ojos de los demás, una pequeña botella. Se decía a si misma que sólo sería un trago corto. Pero nunca cumplía su palabra. Necesitaba sentir en su garganta aquel fuego purificador, se decía a sí misma tratando de convencerse.

Le imagen del espejo la miraba entre enojada y compadecida, mientras ella,  se preguntaba con amargura, cómo había podido llegar a este estado.

Cada vez le costaba más mantener el secreto a sus familiares. Se prometía que no volvería a repetir la acción, pero sabía que no lo cumpliría. Antes de salir mientras se enjuagaba la boca repetidas veces  con agua y pasta dentrífica, se miró por última vez al espejo. Hasta ahora le había dado buen resultado, confiaba en que siguiera de esta manera. Y aunque se sentía mal, comprendía  que sin ayuda, no lograría salir del bache, que ella misma había propiciado.

Se despidió de la imagen del espejo que le transmitió audazmente una mirada llena de miedo y desaliento.

Se alisó la ropa, cerró la luz, y salió para estar a punto cuando llegaran sus familiares. Nunca nadie había sospechado nada y esperaba que todo continuara de la misma manera.

No era la primera vez que se decía a sí misma…”todo empezó  por una apuesta absurda”

 

Julio 2017

7 comentarios:

  1. Estas cosas siempre empiezan absurdamente. A mí me ocurrió con el tabaco. Era muy joven y fumar suponía un acto de afirmación y de rebeldía. Mucho tiempo fueron cuatro o cinco pitillos, pero cuando quise ser consciente del problema eran muchos más y el tabaco era dueño de mi libertad. No se lo consenti y terminé con él, pero habían pasado 35 años. Me costó mucho y contenta estoy del jaque mate. Demasiado pronto comienzan estas cosas, muchas veces son para siempre. Como de costubre, Tere, perfecta tu descripción; un retrato

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  2. Gracias Marga, tú siempre tan puntual en tus comentarios extensos y dando por bueno lo leído. Tienes toda la razón cuando dices que se empieza sin saber cómo, y lo difícil que resulta salir del atolladero. Por suerte en mi caso no fue así. Es divertido inventarse historias. Un beso enorme.

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  3. Vaya, vaya, vaya, mi querida Tere iniciando una historieta real, para finalizarla supuesta. jajaja Me gustas Tú, me gusta el caviar, me gustas tú, me gusta la física, me gustas tú......y sigue. jajaja

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    1. No vale, tu juegas con ventaja porque casi, casi estabas presente.

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  4. Hola: Iba a seguir la canción, pero como no me gusta m... me callo. Por cierto, que gracias, o a efecto de, el tabaco nunca bebí ni bebo más que fino cañería, por si las moscas. Ahora, desde que estuve en Polonia, redescubrí la limonada que hacía mi abuela y que allí toman sin cesar: Agua, zumo de limón,hierbabuena, pizca de azúcar y fresquita en la nevera en jarra de cristal. !Rica, rica!, como diría Arguiñano.

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    1. Lo de la limonada, este marido mío la prepara muy bien, sin la hierba buena pero en jarra de cristal. Los hijos se la beben en un abrir y cerrar de ojos. Con lo cual ya puedes suponer que tiene que hacer grandes cantidades. Este verano como hemos estado pachuchos no ha tenido humor.


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    2. Pues yo no paro. Mi hijo dice que funciono a rachas. El año pasado tocó gazpacho andaluz hasta aburrir. Así vamos. Besitos a los dos y no estéis pachuchos; prohibido.

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