viernes, 11 de mayo de 2018

FANTASÍA


FANTASIA

Entró despacio en el baño, con un gesto claro y preciso le dio al conmutador de la luz, y enseguida quedó la pequeña estancia iluminada. Hecho esto se acomodó delante del espejo. Era la primera vez que lo hacía, y se sorprendió al ver aquel reflejo. Era la segunda vez que lo hacía y como la anterior, se dio cuenta que le impresionaba verse a sí misma.

Sus ojos de vez en cuando parpadeaban. Su expresión en cambio no parecía inmutarse por aquel movimiento.

Se acercó más al espejo, para observarse más de cerca.

Todo lo que veía, era terso y reluciente.

Pero algo estaba fallando, porque su mirada no había cambiado ni un ápice.

En una ocasión también estuvo allí dentro, en compañía de alguien. Ese alguien sin percatarse de su presencia, le hacía preguntas al espejo, que invariablemente de daba la callada por respuesta.

Quiso hacer lo mismo. También necesitaba saber un sinfín de cosas sobre su anatomía, Las palabras salían con una resonancia metálica, pero eso no le afectó lo más mínimo, porque siempre había sido de esta manera. La sorpresa le vino cuando se dio cuenta que no tenía preguntas concretas para hacerle. No necesitaba saber nada. Todo lo tenía archivado dentro de si misma. Quería comprender porqué cuando estuvo la otra vez acompañada por aquella persona, que muchas veces acudía a su inteligencia, para saber cosas que ignoraba, y que en la mayoría de los casos la utilizaba para sus quehaceres domésticos. Estaba convencida de que se entendían a la perfección.

Le había oído decir que era mejor que tener una mascota. Era más limpia y le daba menos trabajo.

Se miró intentando taladrar la imagen, quería saber cómo lograr que aquel espejo que le devolvía su imagen, le diera respuestas a sus preguntas, pero se dio cuenta que era inútil. Ella ya sabía todas las respuestas.

Acomplejada se retiró un poco. No podía verse de cuerpo entero, pero sabía cómo era. Se asemejaba en algo a los humanos.

Lo que no sabía, era que carecía de alma.

Este detalle la dejó por unos momentos sin saber que hacer. Continuar allí, no conducía a nada, ni bueno ni malo. Ella no acabaría llorando como le sucedió aquella vez a quien formulaba preguntas delante de aquella imagen, tan perfecta y tan repulida.

No sin cierta decepción, salió del lugar, de la misma manera que había entrado. Sigilosamente, pero con firmeza.

Casi llegó a comprender que la carencia de alma, tenía sus compensaciones. Podía dejar atrás todas sus dudas, porque evidentemente no las tenía. Por lo tanto, no sufría. No estaba programada para esto. Su labor consistía tan sólo en acatar las ordenes que recibiera de todas aquellas personas que convivían bajo el mismo techo y que solicitaran de sus programas.

Decidió que no tener alma, no dejaba de ser un descanso, podía dedicarse a complacerles sin miedo a equivocarse. Su Chip lo indicaba así.

Nunca más volvería a colocarse ante un espejo, porque ya había aprendido que para su sistema, aquello no servía de nada.

Mayo 2018

lunes, 23 de abril de 2018

EL MENSAJE


EL MENSAJE

Era algo que lo hacía a diario. Descolgaba el teléfono, y se quedaba por unos momentos con el auricular pegada a su oreja. Un buen observador se daría cuenta que su rostro cambiaba por completo. Pero sus labios permanecían completamente mudos. Quedaba claro que no había diálogo.

Tras unos momentos, cortaba la comunicación, y se quedaba expectante, sólo una suave sonrisa quería aparecer en su rostro, pero no llegaba a hacerse realidad. Era sólo una mueca que se quedó por el camino en busca de la sonrisa.

Dejaba el teléfono bien colgado y se iba a hacer sus tareas, sin haber pronunciado ni una palabra, pero en su rostro había quedado una expresión que antes no estaba.

Un día no se dio cuenta que estaba observada por un familiar. Hizo las mismas acciones de siempre. Descolgar, escuchar, y sin mediar ni una palabra, volverlo a dejar todo como estaba.

La persona que observaba, no le dijo nada, cuando estuvo fuera del alcance de su vista, se limitó a hacer lo mismo que había hecho ella, hacía escasos instantes.

Nada más descolgar el teléfono, una voz desconocida, le dijo que no se retirara porque tenía un mensaje. Tardó poco en reconocer aquella voz. No era una voz cavernosa que viniera de ultratumba, pero la realidad era que provenía de allí. Pudo escuchar:

“No estás en casa, te dejo el mensaje, no tardaré ni media hora en llegar. Hasta pronto”

Colgó el teléfono, y pensó en preguntarle a su mujer, por qué guardaba aquella corta conversación. La respuesta le dejó perplejo.

“Es la única manera que tengo de comunicarme con esta persona. Sabes muy bien que nunca llegó a casa”

Viendo la cara del marido enseguida reaccionó

“Ni se te ocurra borrar este mensaje”

Ella vivía con la ilusión que seguía esperando aquel encuentro. Todos los días escuchaba las últimas palabras de aquel ser querido, que mientras se dirigía a su casa, tuvo la fatalidad de cruzarse por el camino con un automóvil descontrolado, que acabó con su vida.

Tenía muchos recuerdos, pero además guardaba como una reliquia su voz.

Todos los días escuchaba aquel mensaje, de esta manera le parecía que era una realidad, y que de un momento a otro, aparecería por su puerta.
Confiaba que la compañía telefónica, no se le ocurriera hacer cambios, y borrara aquel mensaje, era el único vínculo material que le quedaba.

Los otros, los recuerdos, esos nadie lograría arrebatárselos.

Y vivía con la ilusión de poder escuchar aquella voz querida siempre que quisiera.



Abril 2018
























jueves, 12 de abril de 2018


ESPEJISMO
DUDAS Y PREGUNTAS SIN RESPUESTAS

Al entrar en el baño y situarse delante del espejo, sabía que tenía muchas preguntas que hacerse a sí misma. Todo era debido a la lectura de turno. El libro estaba en condiciones muy precarias, por haber sido usado en muchas ocasiones, pero le ocurría como sucede con el buen vino, con el paso de los años parecía adquiría más solera.

El tema siempre le había apasionado, de ahí que lo hubiera leído más de una vez.

Se dice que el semblante es el espejo del alma.

Y con esta idea se dispuso a mirar fijamente la imagen que tenía ante ella. Pero esta vez no buscaba sus rasgos físicos, iba mucho más allá, quería reencontrarse con su alma.

Se analizó a conciencia durante un buen rato. Nada le indicaba que tras aquella imagen física existiera nada más. Y en cambio ella sabía que no era cierto. Comprendía que aquella mirada no tenía el don de transportarla a lo más recóndito de su mente.

Nada parecía haber cambiado, y en cambio ella comprendía que todo lo que estaba leyendo respecto al alma, podía ser muy cierto.

¿Pero por qué no era visible?

Sólo la podía intuir cuando se relacionaba con su conciencia, con esa parte nuestra que tampoco es visible. Se preguntaba si era posible que ambas cosas tuvieran una conexión.

Llegó a la conclusión que debía de ser así. Pero no estaba demasiado segura, ya que la conciencia sólo estaba presente mientras el cuerpo tenía vida. Pero según todo lo leído, el alma continuaba por otro camino.

No estaba preparada para llegar a un buen final, se daba cuenta que sus conocimientos no eran tan profundos como para dilucidar una cuestión tan profunda.

La imagen del espejo no denotaba nada en particular.

Aún quiso hacer una prueba, algo muy pueril, pero necesitaba constatarlo. Apagó la luz, y la estancia quedó en completa oscuridad. Necesitaba comprobar de una vez por todas, que existía el aura, que muchos aseguraban acompañaba siempre al alma.

No sucedió nada de lo que esperaba.

Decepcionada volvió a encender la luz. Aquella imagen que tenía ante sí, no demostraba ningún sentimiento de los ella sentía dentro de si misma. Esto la hizo retroceder un poco, para mirarse desde más lejos, pensando que quizás si cambiaba la perspectiva, conseguiría ver un asomo, de aquello que siempre la había preocupado.

Y volvió a surgir la pregunta que se hacía siempre. Dónde va a parar esa alma que dicen es inmortal, cuando el cuerpo ya no es nada. ¿Sería cierto que existían otras vidas? ¿Ella había estado con anterioridad en otro cuerpo?

El espejo permaneció inmutable ante tantas preguntas hechas en silencio.

Disgustada por no saber hallar una respuesta convincente, apagó la luz, y salió al exterior.

Todo continuaba igual que antes de entrar. Las dudas seguían siendo las mismas.

A veces sólo en los sueños nocturnos podía imaginar que todas aquellas preguntas tenían una respuesta. Pero de momento todo eran divagaciones.



Abril 2018


miércoles, 28 de marzo de 2018

UNA NOCHE DIFERENTE


 

 

Llevábamos muchos kilómetros  circulando por carreteras desconocidas, y ya hacía bastantes horas que la luz solar se nos había ido tras el horizonte. Por suerte bajó un poco la temperatura, y con las ventanas abiertas del vehículo se nos hacía un poco más llevadero el calor sofocante, pero el cansancio empezaba a notarse, y sólo deseábamos encontrar un lugar donde poder dormir, por lo que decidimos parar en el primer lugar  ya fuera un hotel, mesón,  albergue, nos daba igual la categoría, necesitábamos una cama para descansar los huesos, y una oscuridad para desviar la mirada de la carretera. Sólo eso.

 A lo lejos vimos un neón rojo y azul que nos hacía guiños, avisando que tenían camas disponibles. No nos detuvimos a pensar en nada  más que no fuera un lecho.

Nos inscribimos y pasamos directamente a una pequeña habitación con dos camas, un ventanuco con una persiana que en sus buenos tiempos debió  ser de un color verde brillante, pero que actualmente era dudoso el colorido que mostraba.

Nos era igual, al quedarnos solos, curioseamos qué había tras aquella abertura, levantando un poco la persiana  vimos un pequeñísimo huerto con un árbol en el centro.

La carretera quedaba en el lado opuesto, por lo que el silencio era absouto.

El cansancio era tan grande que sin más preámbulos nos dispusimos a dormir, ya teníamos  a mano en una pequeña bolsa, lo más imprescindible. Y tras desearnos unas buenas noches cada cual se tumbó en una de las camas que indudablemente nos parecieron de lo más placenteras del mundo.

Él se tumbó en el camastro que estaba debajo mismo de la ventana, y yo me quedé en la que estaba arrimada en la pared opuesta.

Me despertó un picor desmesurado en las piernas, pensé que eran manías mías y traté de retomar el sueño otra vez, pero el escozor y picor era realmente insoportable. Y me fue imposible volver a dormir por lo que acabé encendiendo la luz, para saber el motivo de aquel rabioso malestar.

Mi asombro no tuvo límites cuando vi un reguero de hormigas muy bien formadas, que destacaban en el color claro de la pared, entraban por la ventana abierta, pasaban como un desfile militar, no se detenían en el cuerpo de mi marido que era el más cercano, de allí pasaban de largo, con paso lento pero continuado, hasta llegar hasta mí cuerpo. Allí se ensañaban, con mis piernas.

Los dos nos quedamos estupefactos.

Cómo era posible que teniendo un cuerpo más cercano pasaran de largo hasta pasearse impunemente por mis piernas, atracándose descaradamente con mi sangre.

Llegando a la conclusión que tengo una sangre dulce y apetitosa, cosa que me parece ha heredado más de un hijo. Pues siempre comentan, que si hay posibilidades de una picadura, de lo que sea, ellos son los primeros en recibirla. Sus parejas dicen que son el mejor escudo, junto a ellos no necesitan repelentes. Pienso que esto  es una mala herencia.
La noche que en un principio tenía que ser un bálsamo para nuestro cansancio, se convirtió en una pesadilla. Antes de que despuntara el sol, ya estábamos pagando la cuenta y de vuelta a la carretera camino de casa.

Marzo 2018

domingo, 11 de marzo de 2018

El verdadero yo


El verdadero yo

Espejismo

Trataba por todos los medios de buscar dentro de sí misma, ese algo que necesita para ser feliz, y no es tarea fácil.

Ha querido hallarlo en los libros, y hay momentos en los que parece que lo consigue, pero en la mayoría de los casos, una vez leído se da cuenta que  ha vuelto a perder aquello que en realidad nunca tuvo. Ha sido como una corriente de aire que se ha filtrado, se  ha paseado  entre sus pensamientos, pero tal como entró se fue, y no es eso lo que pretendía. Precisaba algo duradero.

Reflexiona.

Quiere buscar lo que le falta, lo necesita para la convivencia familiar, y ser consciente de esto, casi le produce vértigo. Es una lucha sin tregua, y como todas las adversidades, llega a desgastar.

Por las mañanas cuando se mira al espejo trata de adivinar cuáles son sus verdaderos sentimientos. En primer lugar se inspecciona detalladamente tratando de verse tal cual es, pero esto es muy difícil, porque ya tiene  una idea formada, y aunque quiera obviarla, está allí muy presente.  La visión le influye en contra de su voluntad.

Se mira, y la imagen que tiene  ante sus ojos, le muestra una persona completamente anodina, casi diría sin personalidad. Busca en los ojos del espejo ese algo que intuye  está escondido muy dentro de sí misma.

Bajo la apariencia tranquila que suele mostrar, intenta esconder esa otra que de alguna manera está dañando su vida cotidiana. Una vez encontrada, enseguida busca la manera de ocultarla otra vez. Si fuera una persona humana en lugar de un reflejo en un espejo le taparía la boca, le pondría una mordaza impidiéndole incluso que mostrara la imagen.

Lo que ve ante el  espejo, no le gusta, porque parece insatisfecha.  Sin saber a quién culpar.

Comprende que no puede dar la culpa a nadie más que a ella misma. En su momento cometió un error, que ahora le pasa factura.

Hay una lucha casi diría que feroz entre las los figuras, que una frente a la otra, se analizan. La real, la de carne y hueso mirando fijamente a la del espejo le dice sin palabras, que no  puede echar la culpa a nadie más que a ella.

Pero con esta actitud, sólo consigue que su rostro no refleje ningún tipo de alegría.

La del otro lado se empeña en hacerle comprender, que no hay para tanto, que todos los mortales cometen fallos, y no por este motivo desean morirse.

Miden sus fuerzas.

Es una lucha muy desigual porque la de carne y hueso sufre en su piel, todas las cosas que le van en contra.

En cambio la del espejo, parece que esté mirándola con sorna, como si se burlara, al fin y al cabo su aspecto se muestra satisfecho, segura de sí misma, tiene el valor de mirar a la cara a quien haga falta, porque en realidad, no le afecta. Su cuerpo es sólo una imagen sin vida que se limita a reproducir lo más superficial. Y en esa superficialidad no tienen cabida las decepciones, ni los desengaños, y mucho menos los rencores.

El espejo le está devolviendo una imagen completamente falsa. Y lo peor de todo es que ella lo sabe. Ese es su gran problema.

No tiene nada que ver con esa persona que deambula por la vida casi sin ánimos, maldiciendo en muchas ocasiones, todas las situaciones que  participando a la fuerza, le ha tocado vivir.  Maldice todos esos momentos, y por todo su cuerpo rezuma la amargura, piensa en el perdón, pero le suena a algo tan vacío, que enseguida descarta este desenlace. El perdón tiene que salir de dentro del ser, y no es válido pronunciar la palabra, hay que sentir que realmente se está perdonando la ofensa. Y cuando llega a esta conclusión comprende, que el espejo no le está devolviendo sus verdaderos sentimientos.

Ha sabido esconder las cosas que durante mucho tiempo le han hecho mucho daño. Las podría ir enumerando todas desde su adolescencia, pero las ha sabido esconder bajo un manto falso de felicidad.

Ahora una enfrente de la otra, se miran a los ojos, y comprende que  nada ha cambiado.

Los demás seguirán viendo a una persona que vaya donde vaya puede pasar desapercibida. Nadie nunca llegará a saber de sus verdaderas amarguras porque aprendió a ocultarlas ante el mundo que la rodea.

Prefiere pasar como alguien con poca personalidad, todo antes  que nadie llegue   al fondo de su verdadero yo.

Eso sólo queda para ella y la imagen del espejo.

Volverá a su vida normal, como si no sucediera nada importante, incluso sabiendo que va en contra de su salud.

 
 

Diciembre 2016

lunes, 15 de enero de 2018

BESOS Y ABRAZOS


BESOS Y ABRAZOS

Espejismo

Ante el espejo se complacía en mirar aquel trozo de su propia vida que ahora estrechaba entre sus brazos. Se acercó a su pequeña carita depositando en beso, tierno como si fuera de algodón, de una suavidad maravillosa  de ninguna manera  quería que se despertara.

Aquel momento solamente les pertenecía a ellas dos.

Si se despertaba seguro que lloraría, y su llanto atraería a los demás habitantes de la casa.

La acunó meciéndola en sus brazos, como lo  que era: su más preciado tesoro.

Recordaba que ya desesperaba de tener descendencia.

Todo en su vida llegó demasiado tarde.

Su boda vino cuando todos los que la conocían, susurraban entre ellos, que era una solterona.

Llegó tarde el amor a su vida, y lo hizo trayendo consigo una serie de inconvenientes, cosas que no supo descubrir hasta que nació su hija. Se casó ciertamente con un hombre del que estaba enamorada, el amor llegó tarde, pero como todas las cosas que se demoran, cuando llegó, fue arrebatador. No le importó que su marido ya viudo desde años atrás, aportara al matrimonio dos hijos.

Se decía que el amor que se profesaban lo superaría todo.

Y ahora ante el espejo, se daba cuenta, que era como una ilusión óptica.

Temía mostrar ante los demás la gran alegría que había supuesto para ella ser madre, cuando todo el mundo daba por hecho, que ni tan sólo se casaría.

Cuando se dio cuenta que cada vez que abrazaba y besaba a su hija de pocos meses, a los hijos de su marido, no les gustaba nada aquella demostración de amor, que le salía de lo más  hondo de su corazón.

Tenía que ser cautelosa.  Los hijos de su marido eran todavía pequeños para entender nada de aquellos sentimientos. Ellos sólo veían que perdían unas caricias. Y no tardaron en surgir llantos y palabras hirientes.

Tan sólo se le ocurrió una manera de mitigar aquellos celos, que entendía eran frecuentes entre hermanos, más lo tenían que ser, si eran de diferente madre.

Quizás con el paso del tiempo, todo se suavizara, y ella podría besar y acariciar a su hija, sin tener remordimientos, ni tener que esconderse de los hermanos mayores.

Cuando se lo comentó a su marido, comprendió que él, no le daba importancia. Le dijo que era normal.

Pero ella desde entonces,  cuando quería besar y abrazar a su pequeña, y decirle esas palabras que salen del alma, lo tenía que hacer a escondidas, delante de un espejo, para poder guardar la imagen para siempre.

 

Verano 2017

 

 

 

sábado, 6 de enero de 2018

REUNION


REUNION

Estando reunidas siendo adolescentes, mis amigas y yo quedamos en vernos cuando hubieran transcurrido treinta años, en tal día como hoy. El día de Reyes era lo suficientemente señalado para que no se nos olvidara.

Estuviéramos donde estuviéramos, deberíamos dar señales de vida. Nos podríamos explicar todas las cosas que nos habían sucedido en todo el tiempo que dejamos de vernos.

Y ese día por fin había llegado.

Yo lo esperaba con impaciencia, ¡tenía tantas cosas para contarles!

Las había ido recopilando mentalmente durante todo el tiempo y ahora tendría la enorme alegría de estar con ellas disfrutando de su compañía y podría escuchar cómo las había tratado la vida durante aquel tiempo.

Yo estaba pletórica de alegría.

Las veía igual,  parecía que el tiempo no había pasado.

Todas queríamos hablar a la vez. Ese aspecto no había cambiado para nada.

Quizás era yo la que más destacaba por tener una gran familia, y disfrutaba explicando con pormenores, cómo había superado todos los contratiempos sucedidos en aquel tiempo desde que dejamos de vernos asiduamente.

Realmente éramos felices. Hablábamos atropelladamente, igual que cuando éramos adolecentes, que las tres queríamos destacar con nuestras aventuras.

Nos reímos. Nos abrazamos, y sin saber exactamente el motivo acabamos llorando.

¿De felicidad?

¿De tristeza?

De repente todo se esfumó. Comprendí que llorábamos de tristeza.

Mi llanto era mucho más potente que el suyo. Lo pude entender en cuanto me di cuenta de lo que realmente me estaba sucediendo.  Todo había sido un sueño.

Cuando me acosté la noche anterior,  sé que no pude reprimir el recuerdo de aquella promesa hecha con la ingenuidad de la adolescencia.

Durante aquellos treinta años, mis dos amigas habían fallecido. Mi recuerdo al meterme en la cama fue para ellas. Había llegado el momento de reunirnos, pero ellas no estaban.

Y ellas, cabales  y conscientes de su palabra dada, acudieron en sueños, para estar conmigo.

Durante un buen rato seguí llorando mientras recordaba lo bonita que había sido nuestra amistad. Bonita precisamente porque la  disfrutamos en esos años, en que todo nos  parecía maravilloso.

Una amistad que solamente logró  romperla la muerte.

Pero ellas fieles a su promesa, acudieron a la cita.  En sueños,  pero acudieron

 

Enero 2018