ODA AL BIZCOCHO
En la cocina se ha producido un acto maravilloso. Hacía
mucho tiempo que no nos encontrábamos todos los utensilios necesarios para preparar
un buen bizcocho.
Ha sido un encuentro amistoso, ya que hacía meses que no
nos veíamos, pues nos tenían encerrados en un pequeño armario. Cuando hemos
salido ha sido un descanso y la luz del neón, nos ha parecido la cosa más
diáfana del mundo, la verdad es que la hemos disfrutado.
Luego ha venido el encuentro con el recipiente grande, ese
donde van a parar todos los ingredientes. Allí entre el azúcar, la harina, los
huevos el aceite y la leche, hemos formado una buena masa. Nos hemos saludado
cordialmente, mientras la jefa nos mezclaba fuertemente sin compasión.
Añorábamos ese encuentro.
Hemos hecho una gran piña, nos hemos entremezclado formando
una masa espectacular, dulce y sabrosa. Antes de meternos en el molde, han
añadido ralladura de limón, y levadura. Después ya es cosa del horno. Pero
seguro que saldrá bien, y no durará demasiados días. Por lo tanto, todos los utensilios
ya imagino que no permaneceremos mucho tiempo encerrados sin ver la luz.
La jefa tiene sus medidas especiales, para no tener que ir
pesando los ingredientes, y sabiendo que no tardará demasiado en volvernos a
utilizar nos ha dejado a todos juntos en el recipiente grande. Así unidos nos
ha puesto otra vez en el pequeño armario.
Cualquier parecido con la confinación a la que estamos
expuestos, es pura coincidencia.
Teresa Vidal. Abril 2020
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