El
mote
Mañana
cumplirá cincuenta años, y a mí, me parece que fue ayer cuando nació.
No
se borran los recuerdos, por mucho tiempo que haya pasado, las fotos de antaño
desde luego ayudan a no olvidar. Una de estas fotografías es del día que
cumplía un año, y gateaba, aún no se soltaba a andar.
Pero
quizás una de las cosas que más se me han quedado, es que cuando empezó a
hablar, con su media lengua, le costaba decir según que nombres, y no había
manera que deletreara el nombre del hermano mayor. El pobre lo intentaba, pero
al ver sus fracasos, él mismo decidió por su cuenta y riesgo, decir algo
parecido, en solo dos sílabas. Sonaba raro pero nos hizo gracia a toda la
familia, y fuimos nosotros los que adoptamos aquel nuevo nombre. No lo voy a
repetir, porque es de risa. Mi padre muy sabiamente dijo que corrigiéramos al
pequeño parlante, ya que al hermano mayor se le iba a quedar para siempre aquel
alias. Toda la familia dijimos que en cuestión de pocos días olvidaríamos
aquellas dos sílabas y le llamaríamos por su nombre como habíamos hecho
siempre. Pero mi padre tuvo razón. Por
eso deben decir que sabe más el diablo por viejo, que por diablo.
El
hermano mayor tiene más de sesenta años, y sigue todavía con aquel nombre corto
y sonoro, que se ha hecho extensible a toda su familia, ahora son las dos
silabas, pero en plural, cuando nos referimos a ellos.
Si
en el momento de bautizarlo de nuevo me hubieran jurado que iba a suceder esto,
me hubiera echado a reír. Pero la vida a veces te enseña cosas que nunca las
hubieras imaginado.
Febrero
2020
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