Estos días en casa tenemos
pocas distracciones
Paseos arriba y abajo por el
pasillo, contando los pasos, no fuera caso que se me escapara alguno. Mirar por
la ventana del comedor, y comprobar que el asfalto está vacío, ahora por allí
se pasean osadas las palomas, supongo que en busca de alimento, ya que al no
haber niños en la plaza, no hay migajas de ningún tipo.
Y llego a la conclusión que
incluso las aves voladoras notan que algo no va bien, aunque no saben a qué es
debido.
Vuelvo a pensar que debería
aprovechar tantas horas en casa, para ordenar cosas que voy dejando, pero…no me
apetece, y no lo hago. Y me digo “En mi mente mando yo” Y me quedo más
conformada.
En uno de los momentos pongo
la televisión, y están dando un reportaje desde Italia. El ejército, se lleva
en sus camiones a los fallecidos, para incinerarlos. Todo es silencio.
Todo es soledad, no hay nadie
que los pueda acompañar, porque también allí están todos confinados. Siento un nudo en la garganta.
Y sin poderlo remediar, me viene
a la memoria la rima de Gustavo Adolfo Béquer.
“¡Dios mío, que solos se
quedan los muertos!”
Y con el corazón encogido,
apago la tele, y vuelvo a mirar por la ventana. Intento no pensar
negativamente.
Marzo 2020
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