domingo, 22 de marzo de 2020


Estos días en casa tenemos pocas distracciones
Paseos arriba y abajo por el pasillo, contando los pasos, no fuera caso que se me escapara alguno. Mirar por la ventana del comedor, y comprobar que el asfalto está vacío, ahora por allí se pasean osadas las palomas, supongo que en busca de alimento, ya que al no haber niños en la plaza, no hay migajas de ningún tipo.
Y llego a la conclusión que incluso las aves voladoras notan que algo no va bien, aunque no saben a qué es debido.
Vuelvo a pensar que debería aprovechar tantas horas en casa, para ordenar cosas que voy dejando, pero…no me apetece, y no lo hago. Y me digo “En mi mente mando yo” Y me quedo más conformada.
En uno de los momentos pongo la televisión, y están dando un reportaje desde Italia. El ejército, se lleva en sus camiones a los fallecidos, para incinerarlos. Todo es silencio.
Todo es soledad, no hay nadie que los pueda acompañar, porque también allí están todos confinados.  Siento un nudo en la garganta.
Y sin poderlo remediar, me viene a la memoria la rima de Gustavo Adolfo Béquer.
“¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!”
Y con el corazón encogido, apago la tele, y vuelvo a mirar por la ventana. Intento no pensar negativamente.

Marzo 2020

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