martes, 7 de abril de 2020


ODA AL BIZCOCHO

En la cocina se ha producido un acto maravilloso. Hacía mucho tiempo que no nos encontrábamos todos los utensilios necesarios para preparar un buen bizcocho.
Ha sido un encuentro amistoso, ya que hacía meses que no nos veíamos, pues nos tenían encerrados en un pequeño armario. Cuando hemos salido ha sido un descanso y la luz del neón, nos ha parecido la cosa más diáfana del mundo, la verdad es que la hemos disfrutado.
Luego ha venido el encuentro con el recipiente grande, ese donde van a parar todos los ingredientes. Allí entre el azúcar, la harina, los huevos el aceite y la leche, hemos formado una buena masa. Nos hemos saludado cordialmente, mientras la jefa nos mezclaba fuertemente sin compasión. Añorábamos ese encuentro.
Hemos hecho una gran piña, nos hemos entremezclado formando una masa espectacular, dulce y sabrosa. Antes de meternos en el molde, han añadido ralladura de limón, y levadura. Después ya es cosa del horno. Pero seguro que saldrá bien, y no durará demasiados días. Por lo tanto, todos los utensilios ya imagino que no permaneceremos mucho tiempo encerrados sin ver la luz.
La jefa tiene sus medidas especiales, para no tener que ir pesando los ingredientes, y sabiendo que no tardará demasiado en volvernos a utilizar nos ha dejado a todos juntos en el recipiente grande. Así unidos nos ha puesto otra vez en el pequeño armario.
Cualquier parecido con la confinación a la que estamos expuestos, es pura coincidencia.

Teresa Vidal. Abril 2020

domingo, 29 de marzo de 2020


Nuestro mundo

Se hallaban reunidos en aquel lugar inmenso e infinito todos aquellos que de alguna manera se habían sentido ultrajados, desdeñados y por supuesto heridos de muerte.
Ahora en aquella congregación se iba a tratar de sanar lo que en muchos años se había ido deteriorando.
Surgieron muchas voces que pedían justicia, eran unas voces que apenas se escuchaban, pero que al estar todas de acuerdo estaban provistas de  mucha fuerza. Tenían que atacar a todos los que de alguna manera les había infringido el daño.
La respuesta fue unánime. Atacarían a la humanidad. Lo harían de una manera salvaje. No tendrían piedad.
Alguien allí presente se atrevió a decir “¿Tanto daño queremos hacer?”
Y un pesado silencio los envolvió. Pero en el aire flotaba “Todo el mal que la humanidad nos ha hecho a nosotros”
Y decidieron atacar.
No tuvieron compasión, golpearon a todo el Planeta. Era una represalia en toda regla.
Sin palabras entre ellos, tal como se habían reunido, se fue diluyendo la congregación. Los mares, los océanos, los ríos, los bosques, los prados, las llanuras, las majestuosas rocas y las piedras más insignificantes se unieron, para dar un escarmiento a la humanidad.
Estaban seguros que, tras su paso por la Tierra, la actuación de los seres humanos sería distinta. Habían tenido tiemplo para reflexionar, para concienciarse de todo el daño que durante décadas habían hecho. Ahora tenían mucho tiempo para reflexionar.
Es una fantasía hecha realidad. Teresa Vidal. Marzo 2020.

domingo, 22 de marzo de 2020


Estos días en casa tenemos pocas distracciones
Paseos arriba y abajo por el pasillo, contando los pasos, no fuera caso que se me escapara alguno. Mirar por la ventana del comedor, y comprobar que el asfalto está vacío, ahora por allí se pasean osadas las palomas, supongo que en busca de alimento, ya que al no haber niños en la plaza, no hay migajas de ningún tipo.
Y llego a la conclusión que incluso las aves voladoras notan que algo no va bien, aunque no saben a qué es debido.
Vuelvo a pensar que debería aprovechar tantas horas en casa, para ordenar cosas que voy dejando, pero…no me apetece, y no lo hago. Y me digo “En mi mente mando yo” Y me quedo más conformada.
En uno de los momentos pongo la televisión, y están dando un reportaje desde Italia. El ejército, se lleva en sus camiones a los fallecidos, para incinerarlos. Todo es silencio.
Todo es soledad, no hay nadie que los pueda acompañar, porque también allí están todos confinados.  Siento un nudo en la garganta.
Y sin poderlo remediar, me viene a la memoria la rima de Gustavo Adolfo Béquer.
“¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!”
Y con el corazón encogido, apago la tele, y vuelvo a mirar por la ventana. Intento no pensar negativamente.

Marzo 2020

sábado, 21 de marzo de 2020


Aprendiendo a vivir
Son la gran novedad los días actuales.
El miedo a enfermar ha dejado a la humanidad histérica por completo.
Se han vaciado las estanterías de los supermercados, y la gente parece que no ve más allá de la comida envasada, todo lo que esté herméticamente cerrado sirve, y hacen acopio de ello, sin pensar en dejar algo para quien llegue detrás.
La larga espera en la caja del super, para pagar mi exigua compra me ha dejado sumamente cansada. Ante mí, tenía tres carros repletos de comida y bebidas, he tenido que esperar un buen rato.
Una vez en mi casa, compruebo que todo lo que he podido comprar cabe en un pequeño armario de la cocina.
Me siento desmoralizada y temo que se me haya contagiado la histeria. Luego recapacito y como tengo por costumbre me dirijo a la ventana del comedor, para poder saborear a mi gusto la plaza que tengo delante. Está completamente vacía. No hay gente, sólo algún que otro viandante con su mascota.
No circulan apenas coches, el asfalto está vacío, hay poco ruido. Mucho menos que un domingo cualquiera.
Normalmente estar detrás de los cristales en muda contemplación me sirve de relax. Confío que esta vez no me falle, porque me doy cuenta que lo necesito.
Al cabo de un rato, me siento ante la TV, que indefectiblemente están hablando de lo mismo. Virus, contagio, y sobre todo miedo que se propague creo que incluso a través de la pantalla.
Recapacito y pienso, que tengo que aprender a vivir de nuevo, sin estar con el estrés que actualmente rodea a la humanidad.
Como sea, pero he de conseguir serenarme, quitarme de la cabeza, que estamos expuestos a contagiarnos, y me digo a mí misma que no va suceder nada, nada que no tenga solución.
Y con ese ánimo me meto en la cocina para preparar algo de comida. Al fin y al cabo, hoy es un día como otro cualquiera, y con ese pensamiento parece que todo vuelve a la normalidad.
Marzo 2020



miércoles, 11 de marzo de 2020


El mote
Mañana cumplirá cincuenta años, y a mí, me parece que fue ayer cuando nació.
No se borran los recuerdos, por mucho tiempo que haya pasado, las fotos de antaño desde luego ayudan a no olvidar. Una de estas fotografías es del día que cumplía un año, y gateaba, aún no se soltaba a andar.
Pero quizás una de las cosas que más se me han quedado, es que cuando empezó a hablar, con su media lengua, le costaba decir según que nombres, y no había manera que deletreara el nombre del hermano mayor. El pobre lo intentaba, pero al ver sus fracasos, él mismo decidió por su cuenta y riesgo, decir algo parecido, en solo dos sílabas. Sonaba raro pero nos hizo gracia a toda la familia, y fuimos nosotros los que adoptamos aquel nuevo nombre. No lo voy a repetir, porque es de risa. Mi padre muy sabiamente dijo que corrigiéramos al pequeño parlante, ya que al hermano mayor se le iba a quedar para siempre aquel alias. Toda la familia dijimos que en cuestión de pocos días olvidaríamos aquellas dos sílabas y le llamaríamos por su nombre como habíamos hecho siempre.  Pero mi padre tuvo razón. Por eso deben decir que sabe más el diablo por viejo, que por diablo.
El hermano mayor tiene más de sesenta años, y sigue todavía con aquel nombre corto y sonoro, que se ha hecho extensible a toda su familia, ahora son las dos silabas, pero en plural, cuando nos referimos a ellos.
Si en el momento de bautizarlo de nuevo me hubieran jurado que iba a suceder esto, me hubiera echado a reír. Pero la vida a veces te enseña cosas que nunca las hubieras imaginado.
Febrero 2020

sábado, 25 de enero de 2020


CIENCIA FICCION
EL OVNI
La discusión había sido monumental. En realidad, nunca antes de ahora les había sucedido nada parecido, las palabras hirientes cargadas de enojos múltiples salieron de sus bocas. Y ella tomó la decisión que jamás antes la había puesto en marcha, aunque la hubiera pensado alguna vez.
Irse bien lejos.
Salió de casa dando un portazo que retumbó más en sus oídos que en el edificio. Por fin se alejó del lugar, con paso decidido como si huyera de algo, se alejó de su casa. Circulaba por una callejuela estrecha, con edificios no demasiado altos. Quería irse a un lugar remoto, perder de vista todo aquello que durante un tiempo la había lastimado. Llevaba entre sus brazos una estatua que siempre le había dado confianza en sí misma, para ella era como un amuleto,  la tenía fuertemente abrazada, como si temiera perderla.
Al final de la calle, se veían unas luces parpadeantes, de brillantes colores que salían de un aparato metálico, difundiendo a intervalos el variado colorido, desde el amarillo más puro, al blanco cegador, pasando por azules y violetas. Se sintió atraída por la novedad de todo aquello. Pensó que tenía ante sí, un OVNI, algo realmente inusual. Por unos momentos se quedó perpleja sin saber qué hacer, pero siguió andando como si fuera atraída incluso contra su voluntad, hasta aquel aparato luminoso. Vio cómo se abría una puerta y por una escalerilla descendía un ente, que no sabía cómo calificar, era medio humano medio robot, lo que, si pudo notar, que, sin necesidad de palabras, se entendían telepáticamente, aquel ser le infundía seguridad, hizo ademán para que fuera valiente y subiera por la escalerilla. Cuando lo hizo, comprobó que estaba en una sala, no demasiado grande, con multitud de monitores, que parpadeaban sin cesar, emitiendo sonidos extraños. En contra de lo que ella misma esperaba, no tenía miedo, aquel ser parecía destilar bondad, sin palabras, supo que era un aliado, que había llegado hasta ella, con la intención de llevarla muy lejos, donde olvidaría para siempre aquellas palabras molestas que tanto daño le hicieron. No hizo intención de alargar su mano, pero tuvo la sensación de sentir el contacto y avanzó hasta el centro de la nave. Allí dejó la estatua, esa que durante horas había mantenido cerca de su corazón. Estaba dispuesta a irse lejos de aquel lugar, sabiendo además que donde fuera encontraría esa paz tan deseada. Vio cómo se cerraba la puerta y oyó el ruido de la escalerilla que replegándose sobre sí misma, se escondía en la parte más alta.
Supo que el OVNI se había puesto en marcha, y surcaba veloz la atmósfera de la tierra, y pensó que, si miraba por una de aquellas ventanas, vería el lugar del que había huido tras la discusión. Y la invadió una serenidad que hacía mucho tiempo había olvidado. Respiró hondo, miró a aquel extraterrestre, que seguía infundiéndole confianza, solo con el pensamiento. Por fin se sintió libre y feliz.
El corazón le latía desbocado, aún creía sentir los pitidos de los monitores, y aún veía las luces multicolores que circundaban la nave. Trató de calmar sus nervios. Recordó la discusión y su huida, comprobando con cierta pena, que todo había sido un sueño. Pero ella supo, que de alguna manera había abandonado la tierra, y entes humanoides, la ayudaron a encontrar la paz. Estaba segura, que no había sido un sueño, todo era demasiado real. Había estado en un OVNI, y se había comunicado telepáticamente con un ser de otro mundo. Eso no lo ponía en duda.
Tuvo la certeza más completa, cuando buscó por toda la casa, la estatua, y comprobó que había desaparecido.
Teresa Vidal.
Junio 2019



viernes, 29 de noviembre de 2019


AUTORRETRATO
Espejismo
Se mira al espejo, y lo que tiene ante sí, no le gusta. Sabe que es su propia imagen, pero… se pregunta a dónde han ido a parar aquellos rasgos femeninos, tan dulces y llenos de ilusiones. ¿Dónde está la mirada brillante y llena de esperanza?
Los años se han cuidado de borrarlos.
Le duele, pero comprende que nada puede hacer, se dice que es lo normal, que el paso del tiempo todo lo puede, porque se encarga de borrar algunos de los recuerdos más bellos. Y esta actitud ha sido la que  consigue muy a pesar suyo, haber perdido  el brillo de la mirada de antaño.
La sonrisa se ha truncado en una línea rectilínea de sus labios.
Incluso sin querer mantiene las mandíbulas apretadas, como si con este gesto pudiera ahuyentar aquello que más le duele.
Nada de lo que hace le sirve para devolver al espejo aquella imagen antigua. La nostalgia se apodera de ella, y sus ojos corroboran todo lo que está pasando por su cabeza. Por más que lo intenta no logra alcanzar aquello que desea.
Su frustración queda patente en cada uno de sus pensamientos, que por ende se reflejan en el espejo. Finalmente se encoge de hombros. Ante lo inevitable no puede hacer nada más.
Finge una alegría que no siente.
Dibuja en su rostro una sonrisa que está muy lejos de sentir como auténtica. Pero lo intenta.
Finalmente, se dedica a rebuscar en su neceser todo lo necesario para poder aparentar ante todo el mundo, que es maravilloso vivir.
Retoca con un poco de maquillaje sus ojos, sus labios, sus pómulos.
Se vuelve a mirar al espejo y esta vez sí que consigue ver en aquella imagen, lo que quiere que los demás vean.  De acuerdo que es ficticio, pero nadie excepto ella lo sabe.
Y con esta vana ilusión se va a la calle, para demostrar al mundo que no está vencida. Que sí, que la  vida merece la pena vivirla, aunque sea solamente para su propio regocijo.

Agosto 2017